lunes, 24 de enero de 2011

"La pequeña Hiroshima de España"

Madrid, 24 de enero de 2001-. "Nos ha costado tanto recibir la poca información que nos ha llegado, así que por fuerza tenemos que desconfiar", dijo la alcaldesa pedánea de Palomares de 1983 a 1987, Antonia Flores.

Desde 1966 existen restos radioactivos en esta provincia del Mediterráneo, cuando se produjo el accidente aéreo de los bombarderos norteamericanos. Observando la línea del tiempo, aproximadamente una década antes, se produjo el ataque nuclear de Hiroshima y Nagasaki, que tuvo consecuencias desastrosas sobre la población y que a día de hoy aún no se han borrado sus efectos.

Es ridícula la comparación del daño nuclear que sufrieron las poblaciones asiáticas y la española. Sin embargo, el efecto nocivo que tiene en el organismo la radiactividad del plutonio se puede percibir en pequeñas cantidades. Se desdibujó el efecto que tuvieron las bombas que cayeron sobre Palomares y la información que recibieron sus vecinos fue bastante escasa. Todos ellos han sufrido las consecuencias de un accidente como este durante décadas y décadas y es absolutamente vergonzoso que más de cuarenta años después aún no se haya limpiado por completo la zona de más de 200 hectáreas que quedó afectada. “La pequeña Hiroshima de España” sigue siendo recordada por los titulares que ocupó en 1966 y muchos de los que sufrieron los efectos del plutonio, o en su defecto sus familiares, siguen teniendo preguntas que nadie contesta. Siguen cumpliéndose aniversarios de lo sucedido sin que estas personas tengan a su disposición todas las pruebas médicas necesarias para determinar su estado de salud y sigue pasando el tiempo sin que nadie conteste a todas sus preguntas. Porque de un accidente nadie tiene culpa, pero las consecuencias de lo ocurrido las están sufriendo estas personas sin ser atendidas como corresponde y en este aspecto está claro que existen culpables con nombres y apellidos.

Raquel Gormaz

lunes, 17 de enero de 2011

Un pilar básico en la sociedad democrática

Madrid, 17 de enero de 2011-. Numerosos autores en toda la historia del pensamiento político han defendido un sistema democrático como el mejor modelo a seguir para una sociedad que evoluciona y en la que los individuos viven en libertad.

Quizás la democracia tenga múltiples errores que se podrían solventar pero cualquier sistema democrático ofrece una serie de garantías al tener como requisito indispensable, para considerarle además un verdadero Estado de Derecho, la aprobación de la Convención Europea de 1950. En ella se aplican e interpretan una serie de derechos y libertades fundamentales aplicables a todo ser humano, y uno de esos derechos es el derecho a la información.

Y digo todo esto con un fundamento. El pasado 28 de diciembre varias decenas de personas se manifestaron, frente a la sede del grupo Prisa en Madrid, en contra del cierre de CNN+. Un canal que utiliza su programación íntegra para difundir la información más actual en ámbito nacional e internacional. Un canal que favorece enormemente este derecho fundamental, relevante también en la formación y educación de cada individuo en particular.

La razón del cese de esta cadena no es otro que los intereses económicos. Es cierto que las pérdidas en los últimos tres años han superado los 40 millones de euros. Sin embargo la cuestión en sí no es únicamente el cierre de la cadena en un periodo de crisis económica, sino la sustitución de un canal de información 24 horas, por un canal basado en una emisión completa durante todo el día del reality show más famoso de nuestro país: Gran Hermano, que ya va por la duodécima edición.

No creo que el derecho a la información quede violado por la sustitución de CNN+ a GH24, pero sí es cierto que la parrilla televisiva cada vez favorece más estos contenidos en detrimento de una difusión de información en la que se basa este derecho fundamental.

Raquel Gormaz