Madrid, 24 de enero de 2001-. "Nos ha costado tanto recibir la poca información que nos ha llegado, así que por fuerza tenemos que desconfiar", dijo la alcaldesa pedánea de Palomares de 1983 a 1987, Antonia Flores.
Desde 1966 existen restos radioactivos en esta provincia del Mediterráneo, cuando se produjo el accidente aéreo de los bombarderos norteamericanos. Observando la línea del tiempo, aproximadamente una década antes, se produjo el ataque nuclear de Hiroshima y Nagasaki, que tuvo consecuencias desastrosas sobre la población y que a día de hoy aún no se han borrado sus efectos.
Es ridícula la comparación del daño nuclear que sufrieron las poblaciones asiáticas y la española. Sin embargo, el efecto nocivo que tiene en el organismo la radiactividad del plutonio se puede percibir en pequeñas cantidades. Se desdibujó el efecto que tuvieron las bombas que cayeron sobre Palomares y la información que recibieron sus vecinos fue bastante escasa. Todos ellos han sufrido las consecuencias de un accidente como este durante décadas y décadas y es absolutamente vergonzoso que más de cuarenta años después aún no se haya limpiado por completo la zona de más de 200 hectáreas que quedó afectada. “La pequeña Hiroshima de España” sigue siendo recordada por los titulares que ocupó en 1966 y muchos de los que sufrieron los efectos del plutonio, o en su defecto sus familiares, siguen teniendo preguntas que nadie contesta. Siguen cumpliéndose aniversarios de lo sucedido sin que estas personas tengan a su disposición todas las pruebas médicas necesarias para determinar su estado de salud y sigue pasando el tiempo sin que nadie conteste a todas sus preguntas. Porque de un accidente nadie tiene culpa, pero las consecuencias de lo ocurrido las están sufriendo estas personas sin ser atendidas como corresponde y en este aspecto está claro que existen culpables con nombres y apellidos.
Raquel Gormaz